martes, 29 de junio de 2010

SEGURIDAD DEMOCRATICA



Alberto Híjar.


Empezó bien la estrategia de seguridad democrática, según la nomenclatura del poder en Colombia. Casi el 60% de los electores no votó para facilitar así los arreglos entre las dirigencias partidarias. El exministro de defensa Juan Manuel Santos con todo y su vanagloria por haber coordinado el ataque al campamento de las FARC en Sucumbíos, Ecuador con el bombardeo de apoyo desde la base yanqui de Manta en Colombia, ha sido aclamado por quienes creen que la continuidad de la economía política y militar de Álvaro Uribe, es garantía de prosperidad. La paz es lo de menos porque a punta de infamias como la organización de paramilitares y el asesinato de los llamados falsos positivos que nada tienen que ver con la guerrilla pero son jóvenes y viven en regiones campesinas incomunicadas y sólo atendidas como posibles focos subversivos, garantizan que las siete nuevas bases militares acordadas por Uribe ante la alarma de sus vecinos de Ecuador, Venezuela y Bolivia, funcionen como centros de inteligencia amenazante. Álvaro Uribe ha manifestado su aspiración a la alcaldía de Bogotá. Pingües negocios se avizoran para los protegidos de la Casa Blanca.

Con esta seguridad, la democracia queda reducida a negocio de unos cuantos. El miedo paraliza a todos los demás. El Plan Colombia funciona y ya se articula con la Iniciativa Mérida para tender un cerco a los gobiernos del ALBA, incluyendo Brasil a quien México reprobó en la ONU al votar a favor del castigo a Irán, socio nuclear del gobierno de Lula. El gobierno de Calderón vota por Estados Unidos y lo salva en la OEA de todo reproche por la brutalidad de la Border Patrol y la sanción a Israel por la matanza de quienes pretendieron romper el cerco a los palestinos de Gaza. Nada se dice del lanzamiento del cohete israelí con el pregonado propósito de espiar a Palestina. Más Colombia en México, más México en Colombia proclamaron Uribe y Calderón al inaugurar en 2009 la Feria del Libro en Bogotá. En la víspera de las elecciones estatales y municipales en México, cunden los asesinatos selectivos y una bomba incendiaria fue arrojada a una bodega con las boletas electorales de Aguascalientes. Cunden también las acusaciones entre figuras de uno y otro partido y la cárcel y los juzgados impiden el ejercicio de los derechos ciudadanos a candidatos indiciados como delincuentes de cuello blanco. Los gobernadores delincuentes más notorios terminarán impunes sus administraciones pese a evidencias tan graves como las de Oaxaca donde la afectación alcanza hasta a un famoso centro artístico en San Agustín Etla con todo y campaña de intimidación contra el bienhechor Francisco Toledo. Los rehenes funcionan como advertencia y en lo que se impugnan delitos tan absurdos como el secuestro equiparado, la intimidación funciona y los justos esperan en prisión que la Suprema Corte de Justicia se pronuncie a su favor aunque lo haga sin consecuencias vinculatorias o sea, dejando a los jueces y ministerios públicos la decisión sobre las vidas truncas. Sobre esta base, si la abstención de los votantes supera el 50% entra en los cálculos de los patrocinadores de la seguridad democrática: que siga el ejército en la calles y que nada ni nadie ose criticarlo, que permanezcan los presos políticos como escarmiento, que los paramilitares sigan protegidos por el gobierno para que nadie se atreva a organizar la democracia desde abajo y a la izquierda como en San Juan Copala o en las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. El dineral que se gasta en el IFE y sus franquicias, vale la pena porque la seguridad democrática se concreta en acuerdos, pago de multas, reconocimientos electorales acordados, negociados, tolerados. Quien no transa no avanza es la consigna que en letras de oro debiera figurar en el salón de sesiones del IFE, en las Cámaras, en las direcciones de los partidos generosamente financiados por el Estado.

La tele hace lo suyo al llamar a la unidad nacional como si no fueran los ricos más transas quienes la rompen minuto a minuto. Nunca antes habían sido tan cuantiosas las reservas del Banco nacional de México y nadie sabe porque no se aplican en resolver las desgracias de las inundaciones anuales, los desgajamientos de cerros, la caída de puentes y caminos vecinales, los rezagos en la ayuda a quienes tienen años perdiendo año con año lo poco que tienen.

En la más reciente película de Roger Moore, Capitalismo, una historia de amor, el cineasta pregunta por qué no vemos a los ricos más ricos arrastrados por las aguas negras desbordadas o en los techos clamando por ayuda. Por esto y muchas cosas más, clausura la Bolsa de Wall Street con cinta amarilla con letreros impresos de prohibido el paso, escena del crimen. Será por eso que la Suprema Corte de Justicia y el Palacio nacional donde ya nadie despacha asuntos de gobierno, están cercados con vallas y soldados. El 4 de julio viviremos una jornada ejemplar.


No hay comentarios: